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  • Foto del escritorJosé Alaniz

Sumersión Profunda: Aprendiendo de las Sombras de la Depresión


La depresión es una condición de salud bastante compleja, que afecta a millones de personas alrededor del mundo, influyendo profundamente en su calidad de vida y bienestar. En este escrito vamos a explorar a detalle qué es la depresión, sus causas, los diferentes tipos de trastornos depresivos, los factores de riesgo asociados, el tratamiento psicológico más recomendado según los estudios; así como, sugerencias para prevenir su desarrollo. ¡Acompáñame!


Definición


Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) es un trastorno mental común, caracterizado por la presencia persistente de tristeza y una falta de interés o placer en actividades previamente disfrutables, acompañado de la incapacidad para llevar a cabo las actividades diarias durante al menos dos semanas.


Sin embargo, la definición de depresión se ha enriquecido gracias a las contribuciones de diversos autores, perspectivas y disciplinas a lo largo de los años. Más allá de lo que la OMS nos dice, es esencial explorar cómo diferentes expertxs la han conceptualizado, lo que nos permitirá obtener una visión más holística de este trastorno de salud mental.


1. Perspectiva Psicoanalítica: Freud, en sus primeros trabajos sobre la melancolía y la depresión, la describió como una respuesta a la pérdida, ya sea real o simbólica. Para Freud, la depresión resulta de un proceso interno donde la ira y el resentimiento hacia el objeto perdido se vuelven hacia el propio yo, llevando a sentimientos de baja autoestima y autorreproche.


2. Enfoque Cognitivo-Conductual: Aaron Beck, propuso que la depresión se caracteriza por un "tríada cognitiva" negativa: una visión negativa de sí mismo, del mundo y del futuro. Según Beck, estas distorsiones cognitivas juegan un papel crucial en el desarrollo y mantenimiento de la depresión.


3. Perspectiva Biológica: Las investigaciones biológicas sobre la depresión ha identificado factores genéticos, neuroquímicos y estructurales que contribuyen a la enfermedad. Por ejemplo, se ha encontrado que desequilibrios en neurotransmisores como la serotonina, la norepinefrina y la dopamina están implicados en su generación. Estudios genéticos también han ilustrado que hay una mayor probabilidad de desarrollar depresión en personas con familiares directxs afectadxs por este trastorno.


4. Modelo Interpersonal: La teoría interpersonal de la depresión, desarrollada por Gerald Klerman y Myrna Weissman, se enfoca en cómo las relaciones y las interacciones sociales juegan un papel en el desarrollo de la depresión. Este enfoque sugiere que la depresión puede ser el resultado de patrones de comunicación disfuncionales, pérdidas relacionales y roles sociales conflictivos.


5. Perspectiva Humanista: Desde la perspectiva humanista, Carl Rogers y Abraham Maslow enfatizan la importancia de la autorrealización y la discrepancia entre el yo real y el yo ideal como factores contribuyentes a la depresión. Según esta visión, la depresión puede surgir cuando las personas se sienten incapaces de alcanzar su pleno potencial o cuando experimentan una falta de autenticidad en sus vidas.


Redondeando lo acá escrito, la depresión es un trastorno multifacético que no puede ser plenamente comprendido desde una única perspectiva. La integración de enfoques psicoanalíticos, cognitivo-conductuales, biológicos, interpersonales y humanistas ofrece una comprensión más rica y completa de la depresión, reconociendo su complejidad y la variedad de factores que pueden contribuir a su desarrollo. Esta visión integradora es crucial para el diseño de tratamientos efectivos y personalizados para los individuos que la padecen.


Orígenes


Las causas de la depresión son multifactoriales y complejas. La investigación sugiere una interacción entre factores biológicos, genéticos, ambientales y psicológicos. Estudios de Caspi et al. (2003), publicados en "Science", demuestran cómo la interacción entre variantes genéticas específicas y experiencias de vida estresantes puede aumentar el riesgo de desarrollar depresión. Estudiemos con detenimiento sus causas según las categorías propuestas por Caspi et al. (2003):


1. Factores genéticos: La investigación genética ha identificado que la depresión puede tener un componente hereditario. Los estudios de gemelos, por ejemplo, han puesto de manifiesto tasas más altas de concordancia para la depresión en gemelos idénticos en comparación con los gemelos fraternos, lo que sugiere una base genética para el trastorno. Sin embargo, no hay un único "gen de la depresión"; más bien, se cree que múltiples genes interactúan entre sí y con factores ambientales para aumentar el riesgo de padecerla.


2. Factores ambientales y psicosociales: Las experiencias de vida estresantes, como la pérdida de un ser querido, el desempleo, el trauma o relaciones conflictivas, pueden desencadenar la depresión, especialmente en aquellxs con una predisposición genética. El estudio de Caspi et al. (2003) es fundamental en este aspecto, al demostrar cómo la presencia de ciertas variantes genéticas puede hacer que una persona sea más susceptible a los efectos de los factores de estrés psicosocial.


3. Factores biológicos: Los desequilibrios en los neurotransmisores, que son sustancias químicas en el cerebro que regulan el estado de ánimo y la emoción, también juegan un papel importante en la depresión. La serotonina, la norepinefrina y la dopamina son particularmente relevantes en este contexto. Además, las investigaciones han mostrado que hay diferencias estructurales y funcionales en los cerebros de las personas con depresión, incluyendo áreas como el hipocampo, la amígdala y la corteza prefrontal.


4. Factores psicológicos: Las teorías psicológicas sobre la depresión, como la teoría de la tríada cognitiva de Beck, señalan cómo patrones de pensamiento negativos y distorsiones cognitivas pueden contribuir al desarrollo y mantenimiento de la depresión. Los individuos pueden desarrollar una visión negativa de sí mismxs, su entorno y su futuro, lo cual perpetúa su estado depresivo.

 

Sintetizando, no existe un único estudio concluyente que nos diga que la depresión es originada por tal o cual cosa. Lo que lxs expertxs apuntan es el resultado de la compleja interacción entre la biología del individuo, su genética, sus experiencias de vida y sus patrones de pensamiento. Este enfoque multifactorial subraya la importancia de intervenciones personalizadas en el tratamiento de la depresión, que aborden tanto los factores biológicos como los psicosociales.

Y acá deseo hacer una pausa importante, si tú terapeuta no es capaz de ver la intersección de todos estos factores, no está abordando correctamente tu patología, lo que agrava más tu estado de salud mental. Sugerencia, busca una segunda opinión.


Tipología


Existen varios tipos de trastornos depresivos, cada uno con sus propias características y síntomas. Entre ellos se encuentran:


1. Depresión mayor:


·Presencia de al menos cinco de los siguientes síntomas durante un período de dos semanas, donde al menos uno de los síntomas es (1) estado de ánimo deprimido o (2) pérdida de interés o placer:

 

o   Estado de ánimo deprimido la mayor parte del día, casi todos los días.

o   Marcada disminución del interés o placer en todas o casi todas las actividades.

o   Cambios significativos en el peso o el apetito.

o   Insomnio o hipersomnia.

o   Agitación o retraso psicomotor.

o   Fatiga o pérdida de energía.

o   Sentimientos de inutilidad o culpa excesiva.

o   Dificultad para pensar, concentrarse o tomar decisiones.

o   Pensamientos recurrentes de muerte, ideación suicida, plan suicida o intento de suicidio.

 

·Estos síntomas causan un malestar clínicamente significativo o deterioro en áreas sociales, laborales u otras áreas importantes del funcionamiento.


2. Trastorno depresivo persistente (distrofia): Antiguamente llamado distimia o depresión “chiquita”, pero persistente.


·Estado de ánimo deprimido la mayor parte del día, más días que no, según lo indica el sujeto o la observación, durante al menos dos años.

·Presencia, mientras está deprimido, de dos (o más) de los siguientes:

 

o   Pobre apetito o comer en exceso.

o   Insomnio o dormir demasiado.

o   Baja energía o fatiga.

o   Baja autoestima.

o   Dificultades para concentrarse o tomar decisiones.

o   Sentimientos de desesperanza.

 

·Durante el período de dos años, la persona nunca ha estado sin síntomas durante más de dos meses seguidos.


3. Trastorno Disfórico Premenstrual:


·Presencia de al menos cinco síntomas en la semana final antes del inicio de la menstruación, comienzan a mejorar dentro de los pocos días posteriores al inicio de la menstruación y se vuelven mínimos o ausentes en la semana posterior.

·Uno o más de los siguientes síntomas deben estar presentes:

 

o   Marcados cambios de humor, irritabilidad o enojo.

o   Marcada depresión, sentimientos de desesperanza o autodesprecio.

o   Ansiedad marcada, tensión y/o sensación de estar "al borde".

 

·Uno o más síntomas adicionales para alcanzar un total de cinco:

 

o   Disminución del interés en actividades habituales.

o   Dificultad en la concentración.

o   Letargo, fatiga fácil o marcada falta de energía.

o   Cambios notables en el apetito, comer en exceso o antojos específicos.

o   Hipersomnia o insomnio.

o   Sensación de estar abrumada o fuera de control.

o   Síntomas físicos como sensibilidad en los senos, dolor articular o muscular, sensación de "inflamación".


4. Depresión posparto: Aunque el DSM-V no tiene criterios específicos para "depresión posparto" como una entidad separada, se reconoce dentro de trastornos depresivos mayores si ocurren en el período posparto. Se debe indicar la especificación de inicio en el período periparto si el inicio de los síntomas ocurre durante el embarazo o en las cuatro semanas siguientes al parto.


5. Depresión estacional:


·Patrón de inicio y remisión estacional de los episodios depresivos mayor (por ejemplo, ocurren regularmente en el otoño o invierno y remiten en la primavera).

·En los últimos 2 años, dos episodios depresivos mayores que demuestran un patrón estacional y no han ocurrido episodios depresivos mayores sin un patrón estacional.

·Los episodios estacionales deben superar en número a los episodios no estacionales a lo largo de la vida del individuo.

 

Factores de Riesgo


Entre los factores de riesgos para la depresión, encontramos:


1. Antecedentes familiares: La genética juega un papel significativo en el riesgo de desarrollar trastornos depresivos. Individuos con familiares de primer grado (mamá/papá hermanxs) que han tenido depresión tienen un riesgo más alto de experimentar depresión ellxs mismxs. Estudios genéticos han identificado varias variantes genéticas que contribuyen al riesgo de depresión, aunque la relación es compleja y no determina la certeza de desarrollar el trastorno.


2. Eventos vitales traumáticos y cambios significativos en la vida: Experiencias traumáticas como la pérdida de un ser querido, divorcios, traumas infantiles, o el desempleo pueden desencadenar episodios de depresión en personas susceptibles. Los cambios significativos en la vida, incluso aquellos considerados positivos como un nuevo empleo o matrimonio, también pueden ser estresantes y precipitar un episodio depresivo.


3. Enfermedades crónicas: La presencia de enfermedades crónicas, como las cardiovasculares, diabetes, enfermedades autoinmunes, o trastornos neurológicos, puede aumentar el riesgo de depresión. La carga de manejar una enfermedad crónica, junto con el impacto físico de la condición, puede contribuir al desarrollo de síntomas depresivos.


4. Ciertos medicamentos: Algunos fármacos prescritos para condiciones no relacionadas con la salud mental pueden tener efectos secundarios que incluyen síntomas depresivos. Es importante para los profesionales de la salud revisar los medicamentos de sus pacientes y considerar alternativas si las personas que atienden experimentan síntomas de depresión después de comenzar un nuevo tratamiento.


5. Estilo de vida y factores ambientales: Elementos como el aislamiento social, la falta de apoyo social, el abuso de sustancias, y estilos de vida sedentarios pueden incrementar el riesgo de depresión. Los factores ambientales, incluyendo la exposición a la violencia, la pobreza, y el estrés crónico, también contribuyen al riesgo de desarrollar trastornos depresivos.


El juego entre estas variables de riesgo y la biología individual de cada persona significa que no todxs los que están expuestxs a estos riesgos desarrollarán depresión. Sin embargo, la identificación y el manejo de estos factores pueden ser cruciales en la prevención y tratamiento.


Abordaje Psicoterapéutico


El abordaje de la depresión estará en dependencia del enfoque de trabajo de tu terapeuta; sin embargo, desde la ciencia, lo que más se recomienda es lo siguiente:


1. Para la depresión mayor y distrofia:

 

a) Terapia Cognitivo-Conductual (TCC): La TCC es una de las formas más estudiadas y efectivas de tratamiento psicológico para la depresión mayor. Se enfoca en identificar y modificar pensamientos y comportamientos negativos que contribuyen a la depresión.


b) Terapia Interpersonal (TIP): La TIP se basa en la premisa de que la depresión puede ser tratada a través de la mejora de las relaciones interpersonales y la comunicación. Esta terapia se enfoca en resolver problemas en áreas clave como conflictos con otros, transiciones de roles significativos, duelos y déficits en habilidades sociales.


2. Para la depresión posparto:


a) Intervenciones de Apoyo y Terapias Grupales: Estas intervenciones ofrecen un espacio para compartir experiencias y recibir apoyo de otras madres, lo cual puede ser particularmente beneficioso para las mujeres que experimentan depresión posparto.


3. Para la depresión estacional:


a) Terapia de Luz: Esta terapia implica la exposición a luz artificial brillante para compensar la falta de luz solar durante los meses de invierno, lo que puede mejorar significativamente los síntomas de la depresión estacional. Se suele combinar con TCC para efectos óptimos.


Cada uno de estos tratamientos puede ser adaptado según las necesidades individuales del paciente y, a menudo, se utilizan en combinación con tratamientos farmacológicos para mejorar los resultados. Es crucial que cualquier plan de tratamiento sea supervisado por un profesional de la salud calificado, que pueda ofrecer la guía y el apoyo necesarios para abordar eficazmente la depresión.


Finalmente, entender que no todxs los profesionales de la salud mental ofrecen este tipo de enfoques (cognitivo-conductuales) y que probar otros cuyos resultados no tengan un respaldo científico, es un riesgo que queda en mano de lxs usuarixs que acuden con estos profesionales alternativxs u holísticxs.


Prevención


En la prevención de los trastornos depresivos, es fundamental adoptar un enfoque integral que abarque tanto la salud física como la mental. A continuación, se ofrecen algunas sugerencias detalladas para fomentar el bienestar y reducir el riesgo de la aparición de la depresión:


1. Mantener una rutina regular: Ayuda a proporcionar estructura y sentido de normalidad. Incluye horarios regulares para despertarse, comer, trabajar, hacer ejercicio y dormir.


2. Ejercicio físico:  Practicar actividad física regularmente mejora el estado de ánimo y reduce la ansiedad gracias a la liberación de endorfinas. La Organización Mundial de la Salud recomienda al menos 150 minutos de actividad física moderada a la semana.

 

3. Dieta saludable: Procurar, según sus circunstancias una dieta equilibrada y lo más rica en frutas, verduras, granos enteros y proteínas magras puede influir positivamente en el estado de ánimo. Algunas investigaciones sugieren que los ácidos grasos omega-3 y el ácido fólico pueden prevenir la depresión.


4. Redes de apoyo social fuertes: Cultivar relaciones significativas con amigxs, familiares y la comunidad puede ofrecer un sistema de apoyo vital. Participar en actividades grupales, clubs o grupos de apoyo puede proporcionar conexiones importantes.


5. Técnicas de manejo del estrés: Aprender y practicar técnicas de manejo del estrés como la meditación, mindfulness, técnicas de relajación y respiración profunda puede ayudar a reducir los niveles de estrés y ansiedad.


6. Dormir bien: El sueño tiene un impacto significativo en la salud mental. Establecer una buena higiene del sueño, como limitar la exposición a pantallas antes de dormir y crear un ambiente cómodo y tranquilo, puede mejorar la calidad del sueño.


7. Consumo de sustancias: Limitar o evitar el consumo de alcohol, nicotina y otras sustancias puede reducir el riesgo de desarrollar trastornos depresivos.


8. Buscar ayuda profesional: Ante los primeros signos de depresión, es crucial buscar la orientación de un profesional de la salud mental. La intervención temprana puede prevenir el desarrollo de síntomas más graves y, por ende, salvar vidas.


Implementar estas sugerencias como parte de un estilo de vida saludable puede ser un paso proactivo hacia la prevención de la depresión. Recuerda, cuidar de tu salud mental es tan importante como cuidar de tu salud física en general.


Resumen


Este artículo proporciona una visión integral de la depresión, destacando su definición y las causas multifactoriales, los distintos tipos de trastornos depresivos y sus criterios diagnósticos. También, se abordan los factores de riesgo, las opciones de tratamiento adaptadas a cada tipo de depresión, y estrategias preventivas centradas en un estilo de vida saludable y el manejo del estrés. La comprensión y el tratamiento adecuados son esenciales para manejar esta condición, enfatizando la importancia del apoyo profesional y social para aquellxs afectadxs.


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